Siempre me ha gustado ver la copa de los árboles. Aunque sea en plena
ciudad, una zona arbolada despierta en mí una paz y una calma que ni las
medicinas consiguen. Hace mucho que los fármacos no me hacen nada. ¡Malditos
medicamentos! ¿Tú que piensas? No, no digas nada. Mejor ahorra fuerzas.
Mi jardín es mi templo. Mi mausoleo personal. Donde alcanzo el nirvana.
¿Ves? Estamos rodeadas de naturaleza. Arbustos, enredaderas, limoneros,
almendros… pero de lo que más estoy orgullosa son de mis flores. Míralas, ¡son
bellísimas! Las flores representan la bienvenida
para el alma. Estas flores blancas simbolizan el cielo, el paraíso y el camino
a la redención. Esas amarillas son la tierra: húmeda, mojada. También hacen
referencia a la fuerza de la luz del sol y de la vida. Las lila son el luto, son
la efeméride de la muerte y, como no, encarnan la tristeza. Todas esas que ves
rojizas, mis preferidas, son la expresión de la sangre de Cristo y la resurrección,
así como la vida humana y animal. ¿Hueles ese aroma? Es la fragancia de la
muerte. No tiembles. Esta esencia será aún mejor cuando tu formes parte de de
toda esa sinfonía de colores, olores, vidas y decesos. Vas a ser el mejor
fertilizante que mis flores han tenido en años. Piénsalo. Tu cuerpo se
descompondrá, lentamente, alimentando a la tierra, a los gusanos, a mis
plantas. Tu sangre fluirá por todo este jardín, siendo parte del mismo. Los
insectos tendrán un festín del que no se cansaran. Y yo podré hacer empanadas
de los mejores champiñones de toda la ciudad. Tú le darás fuerza, brillo y
nutrientes a mis flores, las cuales emanaran mortuorios perfumes. ¿No es bello
todo esto? No pongas esa cara. No estoy loca. Estoy harta de que me mires así.
Con esa superioridad. ¡Bastardo! Hazme caso, este es un proceso natural. Ibas a
morir de todos modos, ¿cierto? ¿No prefieres crear vida con tu defunción? ¡Eres
egoísta! ¡pero que muy egoísta!
¿Y ahora lloras? Tus lágrimas de cocodrilo no te libraran
de ello. Ya lo he decidido. Además, será mejor que te estés quieto si no quieres
que te haga daño. Quiero que tu muerte sea limpia, tranquila. Esto no es un
espectáculo. Así, muy bien, quieto. Ahora deslizaré este cuchillo por tu
garganta. Sentirás una ligera incisión y luego sosiego, quietud y armonía. Es
una bendición, así que no la desaproveches.
Corta su cuello con delicadeza y este grita,
ahogadamente, bajo la mordaza. Solo puede mover un poco su cuerpo, porqué esta
completamente atado. En medio del jardín, rodeado de todo tipo de flores, su
alma se marcha. Y ella tras de sí, cerrando la puerta de su jardín secreto.
(Esther)
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