13/7/11

Picardía bajo un disfraz de inocencia (Blanca)

La educación de Hanna fue peculiar si bien es cierto que las relaciones humanas son necesariamente peligrosas en buena medida.
Más que muchas personas, ella sabía que la vida no es fácil y no solo por sobrevivir de las necesidades fisiológicas sino también espiritualmente.
Nacida en abundancia siendo hija única, Hanna creció con todas las comodidades disponibles sin reproche alguno haciendo de ella un persona ambiciosa. Sus padres casi competían en pro de “comprar” su cariño. Por tanto, Hanna aprendió el arte de la seducción para conseguir solamente con su mirada aquello que ella quisiera y muchas veces tenía éxito, entonces se acostumbró a ello.
Las relaciones con amigas en la infancia eran muy buenas gracias a su gran popularidad, era simpática pero manipulable al igual que fácilmente persuasiva para, otra vez conseguir aquello que quisiera y salirse siempre con la suya.
Cuando se enfadaba no podía contener la rabia y la ira acumuladas, que eran muchas, arremetía contra todo y todos y tenían que darle la razón para que se calmara.
Muy acomplejada con su físico desde bien pequeña Hanna no aceptaba sus anchas caderas, su pelo graso o sus enormes cejas y cuando veía que alguien se burlaba aunque fuera por un comentario malinterpretado, la niña saltaba de furia a la vez que en su interior hallaba un voz que decía: “no me gusta mi cuerpo, hoy horrible” pero no sabía exactamente el motivo ni tampoco hacía amago de intentar aceptarse.
Viviendo en una lucha continua de aparentar, quizás de caer muy bien a casi todo el mundo para lograr su aceptación, Hanna era cierto que dependía brutalmente de la opinión de los demás para con ella: altamente influenciable, peligrosamente persuasible.
A las trece años, los padres de Hanna se separaron iniciándose en ella un sentimiento de soledad impermanente pues otras personas llenaban ese vacío, ese cambio producido en su vida.
Vivía con su madre en esos momentos teniendo una relación algo fluctuosa, pues su madre había entrado en un estado de depresión catastrófico (se medicaba) además de tener mal el sueño y trastornos alimenticios.
Los tiempos paralelamente cambiaban y la economía decayó.
La madre de Hanna le explicó la situación y le empezó a decir que dejara de salir y de gastar desproporcionadamente llegando a unos límites de austeridad maliciosos según la visión de la joven.
Hanna, gracias a su astucia, usó la culpabilidad como arma para conseguir cosas, y le funcionaba en la gran mayoría de lo casos. Muchas eran las veces que quería aparentar aquello que en verdad escondía: su culpabilidad era el escudo perfecto para sus inseguridades y miedos. Tras esa cara de niña buena se escondía un ser astuto y manipulador.
A su padre apenas lo veía, pues se había trasladado de ciudad y tampoco hacía amago de querer verla o visitarla, pero para Hanna no era notorio este hecho y le daba poca o casi nada importancia.
Lo resultados académicos en la escuela y el instituto eran buenos, era una chica que sobresalía por sus notas y estaba muy orgullosa de ello, también hay que decir que era muy competitiva con respecto a sus compañeros, le daba demasiada importancia a este aspecto y cuando no obtenía el resultado que quería se frustraba sobremanera.
A Hanna le gustaba el deporte, su madre la apuntó desde pequeña a ballet clásico y había que reconocer que era muy buena, estaba en un estado de felicidad continua cuando bailaba, expresando sus emociones y sentimientos más íntimos.
Se pasaba mucho tiempo sentaba frente al ordenador en páginas web absurdas, viendo comedias románticas americanas a la vez que chateaba con sus amigas por tuenti mientras cotilleaba sin parar las fotos de los demás: el cumpleaños de una, fotos absurdas de otro…

En el fondo la rubia Hanna era extremadamente creativa, pero no sabía como canalizar esa cualidad maravillosa.
Y eso en cierta medida la llenaba de su soledad, porque casi todas las amigas de la infancia se habían separado paulatinamente de ella si bien conocía otras amistades, como siempre pasa en la vida, que las personas van y vienen como aves migratorias.
Se refugiaba en los estudios, les daba demasiada importancia en su vida y lo sabía, pero no hacía nada para remediarlo, pues sacar buenas notas la llenaba como persona.
La joven Hanna apenas conocía el sufrimiento y le quedaba mucho por recorrer en su larga vida; era cristiana pero se proclamaba con sus dieciséis años de vida atea redomada para siempre, demasiado segura estaba de ello.. ¿en que creía? de momento en poca cosa y eso no era un gran problema en esos momentos, pero más adelante le sucederían hechos los cuales serían la causa de sus dudas existenciales, dudas que todo ser humano tarde o temprano se hace. Dicho de otra forma empezaría a preguntarse firmemente los porqués de algunas situaciones.
Hanna seducía con su mirada, el arte de la seducción estaba por suerte o por desgracia latente en ella, sello característico de su personalidad volátil. Astuta con las de su sexo y con los hombres aparentemente inocente, ingenua, miedosa….
En cierta medida los temía porque apenas los conocía; al no haber crecido junto a una figura masculina sólida excepto su padre, aunque ahora poca relación tenía con él, se podría decir que poco sabía de los hombres más de lo que le habían contado sus amigas o su madre.
La soledad, un mal para algunas personas a ella le encantaba. Se sentía a gusto consigo misma, como en paz cuando no había nadie a su alrededor que la turbara y muchas personas por ese motivo la reconocían como una chica extraña; si es bien sabido que Hanna pensaba muchas veces que los chicos de su edad que tenían muchas amistades en el fondo también sentirían esa soledad cuando las amistades no estaban, pero para algunos esa soledad era nociva y para Hanna aquello la cubría de paz porque sabía que en el fondo estamos solos y que la mejor amistad es uno mismo, por eso es importante primero quererse a sí para darse a los demás.
A la edad de veinte años le sucedió una desgracia: su madre, la persona que más quería en este mundo murió a causa de un accidente catastrófico que la dejó paralizada de cintura para abajo. Se sintió en ese punto que su vida se desmoronaba, pues su madre era casi todo en su vida, estaba demasiado aferrada a ella y dio gracias porque aún estaba viva, una bendición.
A raíz del accidente su rendimiento académico en la universidad decayó y empezóse a frustrar como una loca, pues como dije antes le daba Hanna demasiada importancia a las notas llegando a puntos obsesivos depresivos si no obtenía la nota que consideraba que era la que se merecía. Quería ser el día de mañana psicóloga, escuchar a los demás le encantaba, pero ¿quién la escuchaba a ella? A veces se lo preguntaba. También pensaba que das lo que recibes, así que siempre iba a tener gente, aunque fuera muy poca que le gustara escuchar sus ideas, pensamientos, dudas… porque si esto se guarda para uno mismo, no es sano.

La vida.. ¿Qué es?¿Cómo analizarla?¿Qué es lo justo, lo injusto, lo sano, lo nocivo, lo bueno, o malo, lo relativo, lo absoluto? Harta de llorar un noche, leyó unas estrofas de un conocido poeta que rezaban:
“Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas
Pero no se puede luchar contra uno mismo.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente.
Sin mediocridad”
Y le gustaron tanto estas bellas frases que se durmió con una sonrisa en la boca y paz en su corazón.
Blanca:)

11/7/11

Picardía bajo un disfraz de inocencia (Esther)


Escena primera: ¡Pícara tiene a Lobezno cogido por los huevos!.

Voz en off: Unas veces la llamaban pícara y otras, perversa. La Femme fatale de nuestras oscuras y perversas fantasías donde todo, si si, TODO, vale. - Fundido en negro y aparecen Pícara y Tormenta intentando apresar a Lobezno. Un escenario bastante mediocre y unos actores muy simplones en escena. Cualquier crítico de cine se estaría poniendo las botas ante tal espectáculo de semejante ramplonería.

- Picara, ¡date prisa y átalo fuerte! - le dice Tormenta mientras sostiene a Lobezno por la espalda. Este se resiste y se mueve violentamente. Tiene como un arrebato de convulsiones vertiginosas. Pícara se sube sobre él y le mira con una dulce mirada arrebatadora, mientras se lame los labios sensualmente. Lobezno se queda quieto y la devora con los ojos. Mientras, Tormenta, le ata pies y brazos.

- Una mirada virginal y los tienes baboseándote hasta los pies. ¡Hombres! - dice Pícara dando un chasquido con los dedos.

- Tienes razón pequeña, buen trabajo - dice Tormenta acercándose a ella con unos pasos ligeros. Tormenta saca un vibrador de debajo de su capa de plástico negro (pseudo-cuero) y comienza a introducírselo a Pícara en la boca. Esta aúlla como una loba en celo. Lobezno comienza a moverse agitado en la silla donde esta atado y las dos preciosas superheroínas, entre risas y susurros, comienzan a montárselo delante del lobo del gran rabo tieso. 

Le suceden las típicas escenas lésbicas de una película de mala calidad rodada por un conjunto de gordos granudos: comidas de coño, besos negros, introducción de vibradores por boca, vagina y ano, introducción de dedos en los mismos orificios mencionados anteriormente, lametones por todo el cuerpo, pero básicamente centrados en los pechos, orgasmos fingidos, etc.

- No aguanto más. ¡Malas pécoras! - grita Lobezno mirando los pomposos traseros de sus dos "torturadoras".

- ¿Has oído bien Tormenta? - dice Pícara - dice que no aguanta más - Las dos hermosas chicas se acercan a rastras hasta quedarse sentadas frente a sus piernas. Ante un desnudo Lobezno comienzan a pasarse su enorme falo de boca en boca. Lobezno se retuerce en la silla y grita extasiado - ¡Dejadme en paz condenadas!, ¡dejadme en paz malvadas!.

Pícara se sube sobre Lobezno y lo monta con energía, mientras Tormenta se masturba mirándolos a los dos.

- ¡Corten! - dice el director - ¡Mal!, ¡muy mal!. La escena ha sido un desastre. No es posible que a mitad de la película a Miriam se le estuviera cayendo la peluca y Julián tuviera la polla más mustia que una coliflor podrida. Es indignante señoras y señores. Esto es una película seria, novedosa y aunque sea porno, deberían de tomarse su trabajo más en serio, que para algo les pagamos, ¿verdad? - dice Raúl, el director de la película - Ahora chicas, descansad un rato y luego volveremos a repetir la toma desde que os acercáis a Julián a gatas. En esa toma quiero unas miradas más provocadoras y tú Josefa, cuando te subas sobre Julián métetela a la primera, pero pon cara de "Oh que grande no puedo con esto", ¿entendido?.

Josefa (Pícara) y Miriam (Tormenta) se van al camerino. 

Aunque están rodeados de tías desnudas, a todas horas y todos los días, los técnicos de sonido e imagen andan cachondos perdidos y se pasan el tiempo diciéndoles cualquier burrada a las actrices. Ambas ya sienten que tienen los ovarios a punto de estallar cuando alguno se atreve a dirigirles la palabra.

- ¡Callaos ya cerdos! - grita Miriam a todos los técnicos que las miran como dos sabrosos caramelos.

- Tranquilízate Miriam, no vale la pena malgastar saliva con esta panda de orangutanes sin cerebro - dice Josefa quitándose las dos extensiones blancas que lleva en la cabeza. Entran al camerino. El camerino es un viejo almacén lleno de humedades y cucarachas. Hay un colchón roñoso en el suelo y un par de sillas de plástico blanco. Un espejo de cuerpo entero medio roto y una enorme mesa llena de maquillaje. 

- Estoy harta de este trabajo - dice Miriam refunfuñada, mientras se prueba el siguiente modelito para la escena sado de la película. Lleva un traje de cuero rojo que le cubre todo el cuerpo, con cremalleras en los pechos, entrepierna y boca. Y unos tacones de al menos veinticinco centímetros de altura con pedrería azabache - pero lo que más me molesta es la falta de decoro por parte de los compañeros. Si ya a veces una no se siente a gusto en escena, por algunas actuaciones que te exige el guión, lo que me falta es la mofa y la indecencia de estos sin vergüenzas.

- Estoy totalmente de acuerdo contigo. Es una cerdada lo que nos hacen pasar siempre. Esas bromitas de mentecatos me ponen enferma. Además, lo que más me irrita de todo esto es que ellos andan como mandriles excitados cuando te ven una teta o el trasero, y no digamos cuando estamos actuando, que van tan duros que podrían taladrar el suelo, y nosotras no somos así, no nos escandalizamos si los vemos en bolas a ellos y menos aún frustramos su trabajo - dice Josefa. Se enciende un cigarro y respira hondo.

- Es el cuento de siempre tía. Si nosotras enseñamos somos unas putas, si ellos enseñan no hay problema. Ellos tienen el derecho de ponerse to' cerdos cuando nos ven desnudas y nosotras, como somos mujeres, debemos de guardar cierta decencia. Pero el problema es que para esta gentuza nosotras, las de “nuestra clase”, no son mujeres, así que se creen con el derecho de soltar lo que les da en gana por esas pútridas bocazas - dice Miriam robándole un pitillo a su amiga.

- Y  que razón tienes colega, y que razón tienes. Somos chicas de segunda.



Escena segunda: ¡El Doctor Octopus ataca de nuevo!

Voz en off: Una vez derrotado Lobezno, Pícara dejó atrás su pasado con los X-Men y se fue en busca de sus zapatos color rubí, robados por la Bruja Mala del Oeste. Pero lo que ella no sabía es que durante el camino, iba a tener que enfrentarse a nuevas/os villanas y villanos que ardían en deseos de probar su dulce cuerpo.

- La lara larita camino sin braguitas, lo loro lorote en busca de un buen po... - Pícara deja de cantar por que oye un estruendoso ruido entre los arbustos. (Esta escena esta grabada en un parque infantil a media tarde. Gracias a las obras de los alrededores, el parque ha quedado cortado y no hay nadie observando la escena). De repente, un enorme tentáculo metálico apresa a Pícara, arrastrándola hasta dentro del arbusto. Ella grita asustada.

- ¡Jajaja! - ríe maléficamente el Doctor Octopus (interpretado por Federica, la novia de Miriam, una transexual que conserva aún el pene) - Te atrapé Pícara - dice de pie sobre ella. Pícara la mira indefensa.

- No es la primera vez que nos encontramos tú y yo, ser despreciable - le dice con una mirada fulminante.

- Y tampoco será la última inocente niñita - dice el Doctor Octopus mientras enreda a Pícara en sus tentáculos plateados. Pícara solloza angustiada mientras Octopus comienzan a introducirle cada uno de sus tentáculos por la vagina. 

La escena va cobrando cada vez un sentido más profundo, lleno de absoluta perversión. Primero Pícara vence al Doctor Octopus engañándolo con falsos placeres, quedando este atrapado, entre sus enormes tentáculos pringosos, de la emoción. Luego tiene un encuentro con un vampiro que le quiere chupar toda la sangre y todo lo que pueda conseguir más de ella, un gnomo que la intenta violar, unas sirenas que la intentan hipnotizar para después atacar, una momia, una bruja, Superman, Spiderman, el increíble Hulk, etc.; incluso una fallera sadomaso.

-¡Corten! - grita Raúl - Toma válida. Pausa para comer y lo retomamos desde que Pícara es sodomizada por los siete enanitos. 

Pícara se acerca a la máquina de café y se toma un café solo sin azúcar. Esta agotada de tantas escenas seguidas. Hubo un momento en que ya no entendía muy bien ni con quien estaba ni que es lo que estaba haciendo. Se va al camerino donde se retoca el maquillaje y  mata un par de cucarachas con unas tijeras de acero, de las que usan las modistas para cortar tela. Los bichejos quedan diseccionados en dos, mostrando sus entrañas verdosas. Vomitivo.

- ¡Eres una cochina! - le dice Raúl entrando por la puerta - ¿Como eres capaz de hacer eso?. ¡Que asco! - dice repugnado.

- Si te gastaras un poco de pasta en insecticidas y trampas para estas “amiguillas” no lo tendría por que hacer yo, ¿sabes? - le dice mostrándole las tijeras repletas de vísceras gelatinosas. Raúl se lanza sobre ella y le besa como un poseso. Josefa suelta las tijeras sobre la mesa y lo abraza con pasión. 

- Has estado espectacular en la anterior escena. Se que ha sido bastante dura, pero has actuado como una verdadera estrella - le dice con una sonrisa.

- Gracias - le dice dándole otro beso - Como se nota que eres tú el director. Hay sueltos unos salvajes por este mundillo que no tienen reparo en nada.

- Cariño, ¿te hace un polvete rápido antes de la siguiente escena? - le dice bajándose la cremallera de los pitillos negros.

- Retiro lo dicho. Raúl, ¿crees que después de semejantes escenas voy a tener ganas de más?. ¡Estoy escaldada! - le dice señalándose el coño.

- Vale, vale. Comprendo. La nena no quiere marcha. Sin problemas. Pero que quieres, me muero de ganas por hincarte el diente. Sabes que me pone mucho verte trabajar - le dice sobándole las tetas - ¡Cuando te visto entre Sandokán y Mazinger Z creía que iba a perder el control!.

- ¡Para Raúl! - dice Josefa molesta - si quieres hacer algo útil, vete a comprar insecticidas.

- Ok preciosa. Pero esta noche en casa no te libras de mí, ¿entendido? - le dice guiñándole un ojo.

- Claro como el agua - dice ella lanzando un zapato contra otra cucaracha, la cuál queda aplastada en la pared blanca - Creo que te vas a pasar la noche suplicándome como un perro hambriento.

- Seguro que valdrá la pena. Haré lo que me pidas amor.

- Venga “esclavo”, vete a comprar esas mierdas.

- Te quiero - le dice dándole un beso en la frente.

- Yo también te quiero tonto del culo - dice Josefa con una sonrisa de oreja a oreja.


Escena tercera: Quiero volver a casa.

Voz en off: Tras múltiples encuentros, siempre victoriosos, llenos de mucho esfuerzo y grandes cantidades de lubricante, Pícara consigue llegar al castillo de la Bruja Mala del Oeste donde, en una descomunal y apoteósica orgía de seres extraños, animales y todo tipos de super héroes y heroínas, villanos y villanas, Pícara recupera sus preciosos zapatitos de brillo intenso. 

En un momento de reflexión, Pícara se da cuenta de que en esa lujuriosa bacanal hecha de menos a sus compañeros y compañeras de X-Men, pues son su familia, esos siniestros y maravillosos mutantes. Decide volver a casa junto a ellos, y así, en un abrir y cerrar de ojos, Pícara golpea sus zapatitos color rubí intenso diciendo “Como en casa en ningún sitio” y vuelve con sus inseparables X-Men, donde realmente ella se siente bien.

- ¡Corten! - dice Raúl - Ha sido un éxito. Menuda película hemos montado. Felicidades a todas y todos, ha sido espectacular. Una exquisitez para los y las admiradores/as del porno. ¡Fabuloso! - dice aplaudiendo a todo el equipo. 

Pasadas las semanas, desde la grabación de las últimas escenas, la película ya tiene fecha de estreno en casi todas las salas X de España. La gran premier se celebra en Barcelona. Director, actrices y actores acuden al estreno. Josefa no deja de pensar, sentada en un elegante butacón y enfundada en un vestido de gala de colores ocres, que esta rodeada de pajilleros multimillonarios trajeados con sus cerdas y grasientas pollas tiesas. Le entra una angustia tremenda. No soporta el ambiente y sale de la sala a tomarse unas copas. Al acabar la película una tremenda ovación y más de un orgásmico gemido llenan la sala de cabo a rabo. 

Ya en casa, Josefa se desnuda y se da una ducha. Jamás se había sentido tan sucia. No sabe que es lo que le ha causado esa animadversión, pero tiene claro de que no puede ver la cara de su público. Raúl entra en la ducha a hurtadillas y la empapa de besos. Josefa se queda hundida entre sus brazos durante unos segundos, necesita sentir que eso es real y no parte de otra película. 

Raúl se encuentra ensimismado en el éxito de su grabación.

- Escucha las críticas “Falo de Acero presenta: “Picardía bajo un disfraz de inocencia”. Una película dirigida y escrita por Sonrisa de Plata (Raúl Cortes). Con la colaboración de Pussy Dream's y ¡Latex, latex & more latex!. Una película distinta, innovadora y llena de matices. Este joven director, al cual no le bastan las corrientes escenas sexuales, nos asombra con su nuevo proyecto, porno musical con heroínas y héroes, villanas y villanos, todo ello mezclado con los mejores cuentos infantiles. Una prometedora película que triunfará en las taquillas de todos los cines X de España y Europa”, espera te leo otra “Raúl Cortes estrena película. Este joven mallorquín nos deleita con su nuevo éxito “Picardía bajo un disfraz de inocencia”. En 120 minutos narra a la perfección la historia de Pícara, la preciosa mutante de los X-Men, fundiéndose con un clasicazo del cine, "El mago de Oz". Josefa Martínez (“Sexo en la playa”, “Nata, vainilla y chocolate. Ella puede con todos” y “En la tienda de caramelos”), interpreta el papel principal de la película, una mezcla entre la dulzura e inocencia de Dorothy y la belleza sensual de la joven de cabellos blancos. Con este film se consigue al fin la revolución del tradicional cine X" - lee Raúl feliz - Lo hemos conseguido. Esto va ser un éxito - dice abriendo una botella de champán orgulloso. 

Josefa no puede dejar escapar una carcajada nerviosa y una mirada fulminante hacía Raúl, que esta en la gloria de su carrera. ¿Y si fuera él el actor y ella la directora de la película?, ¿cambiarían mucho las cosas?. Josefa prefiere dejar la mente en blanco, aunque solo sea por una noche.

 Esther